miércoles, 14 de octubre de 2015

Yo también escribo cuando va mal,
y cuando bien, también, pero con menos garbo.
También ato, presuntuosa, las palabras a mis manos
y las dejo volar después simulando toda la inocencia del mundo.

Soy culpable de los atentados contra mí,
de amarrar de forma impulsiva, caprichosa, todo,
y al sentirlo mio no dejar que vuelva.

En definitiva, salir corriendo cuando al corazón
se le abren nuevas ventanas,
y entra luz,
y entonces ciego.

Creo que he aprendido a amar salvajemente la vida,
la soledad,
las ruinas.
Que he aprendido a complementarme,
y al fin y al cabo he cerrado puertas a cualquier simbiosis
que venga propuesta por cualquier boca.

Dicen que el hielo también quema,
y en días como hoy me encantaría ser fuego,
y quemar también,
pero fuera de la soledad

y de mis sombras.

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